miércoles, 15 de febrero de 2012

Cuento: La Paloma Mari Paz. Autora: Cynthia Sánchez Rodríguez.

La luna grande y redonda, como un apelota de plata, brillaba en lo alto del cielo. Esta noche hacia tanto calor en la selva que el mono Tono no era capaz de coger el sueño. Harto de dar vueltas en su rama, bajo a la laguna a darse un baño.
- ¡Vaya!. Exclamo al asomarse a las aguas tranquilas. -¡Una tarta de nata!. ¡Qué risa! Me la voy a comer entera yo solito.
En ese momento pasaba por allí la elefanta Amaranta, dispuesta a llenar su trompa de agua para darse una refrescante ducha. Cuando Amaranta, vio al mono Tono trepando para hincarle el diente a una enorme tarta de nata, que flotaba en mitad de la laguna, se puso a gritar:
- ¿Cómo te atreves mono mamarracho? – Le grito levantándole la trompa. – Esa tarta será para mí.
- Y ¿Por qué? – le preguntó enfadado el mono Tono. La tarta es mía:- ¡Yo la vi primero!
- ¡Ah! No, no, no hablar. Es mía porque yo soy la más fuerte de la selva. Y si no estás de acuerdo, emplearé toda mi fuerza contra ti y te haré papilla.
El mono Tono, atemorizado, decidió volverse a su rama.
La elefanta Amaranta iba a empezar a darse un atracón de trata de nata, cuando acertó a pasar por allí, el león Ramón.
-¡Uy!, ¿qué sed tengo? – Dijo Ramón. –Voy acercarme a la laguna para beber agua fresquita. 
Entonces, fue camino a la laguna y se tropezó con la elefanta y le dijo:
-¿A dónde vas, Ramón?
-Voy a beber agua fresquita de la laguna
-Pero, ¿Por qué allí y no en otro lugar?
Pues porque quiero ir allí, además yo no tengo que darte explicaciones, soy el rey de la selva y todo la que hay en ella me pertenece. Y si te atreves a rechistar, utilizare mi poder para expulsarte de mi reino.
Impresionada, por el brillo de la corona real, la elefanta no se atrevió a decir ni mu y decidió alejarse de la laguna.
El león estaba ya relamiéndose de gusto y abriendo sus fauces para engullir de un solo bocado la enorme tarta. En ese `preciso instante salió del agua la hipopótama Pótama, que se estaba dando su baño nocturno.
-¿Cómo te atreves, león presuntuoso?- Esa tarta es de mi propiedad.
-Pero, ¿Por qué?, Rugió el león. – Yo soy el rey de la selva.
-Dijo Pótama: Tu serás todo lo rey de la selva que quieras, pero en esta charca soy yo la que mando. Y si me robas lo que está en mi territorio, no te dejaré que vuelvas a acercarte por aquí para beber a la laguna.
El león, sabía que el agua era muy importante para poder vivir. Así que pensó que lo más prudente era marcharse por donde había venido.
La hipopótama Pótama, dando un berrido espeluznante, se metió en el agua de nuevo para comerse la tarta. Más no puedo hacerlo, porque oyó los gritos de protesta de la urraca Paca que volaba alrededor de la laguna:
-¿Cómo te atreves, Pótama insensata? Esa tarta tiene que ser mía.
-Pero,… ¡hip!, ¿Por qué?- pregunto Pótama con un ataque de hipo.
-Pues porque soy el animal más ricos de estos contornos y puedo comprarlo todo con mis riquezas. ¿A que no podrás resistirte a darme la tarta a cambio de este puñado de piedras brillantes?- Le propuso la urraca, mostrándole un montón de rubíes, esmeraldas y diamantes.
Al ver tanta riqueza, a la hipopótama se le encendieron los ojitos de codicia. Sin perder ni un segundo, Pótama cogió las piedras preciosas y salió corriendo.
Entre tanto, con tanta discusión y tanto ir y venís de animales, se había hecho de día. La luna se había marchado a dormir, y en su lugar, lucía un gran sol amarillo. Cuando la urraca se lanzó sobre la laguna para darse un festín, se dio cuenta de que… ¡La tarta había desaparecido!
-¡Eh! Tú, Pótama, ven aquí ahora mismo. Seguro que has sido tú la que te has comido la tarta.
- ¡Ah! No ni hablar, yo no he sido. Contesto indignada Pótama. Seguro que ha sido el león Ramón.
-Pero que dices, si yo ni siquiera la he probado. -Contesto Ramón. Seguro que ha sido la elefanta Amaranta.
-¿Cómo? Yo. Yo no he sido habrá sido el mono Tono.
-Tono respondió: ¿Cómo voy a comérmela yo? si llevo un montón de tiempo subido en mi rama escuchando vuestros gritos. Seguro que ha sido la urraca Paca.
Así, echándose la culpa y discutiendo sin parar se pasaron horas y horas, hasta que volvió a hacerse de noche.
- Mirad, grito el mono Tono. – La tarta vuelve a estar en medio del agua de la laguna.
Al verla, todos los animales se abalanzaron sobre ella. Pero cuando fueron a morderla, solo consiguieron darse un buen coscorrón y llenar sus bocas de agua.
Una risa alegra, que tintineaba como una campanilla, llamó la atención de los animales. Era la Paloma Mari Paz, que lo había visto todo desde el cielo.
-Ji, ji, ji, ji, reía divertida, Mari Paz. Pero no os dais cuenta de que la tarta de nata no es más que la luna llena que se refleja en la laguna?
Menudo chasco se llevaron Tono, Amaranta, Ramón, Pótama y Paca. Tanto tiempo discutiendo para eso.
A Mari Paz, le dio mucha pena ver sus caras de decepción. Entonces les dijo: 
- Venid conmigo. Os voy a invitar a pastel de chocolate, lo he cocinado yo misma esta mañana.
- Pero… ¿Por qué?- Le pregunto el mono Tono. -¿Es tu cumpleaños?
- ¡Oh!, no, no es mi cumpleaños, ni nada de eso. ES que estoy convencida de que compartiendo las cosas, se disfruta más de ella. Y yo voy a disfrutar mucho más de mi pastel si nos lo comemos todos juntos.
Y al rededor de la laguna, mirando a la luna de plata, aquella pandilla de animales se lo paso de maravilla comiendo pastel de chocolate y riéndose sin parar. 
Después de mucho comer, aprendieron de este encuentro que compartir y ofrecer hace cosquillas por dentro. 

Fin.